• Marión

    Marión Garín

    Sommelier de Té y Tea Blender certificada por Tea Institute Latinoamérica y El Club del Té.
    Con instrucción en la Ceremonia Japonesa del Té, otorgada por MOA Chile.
    Asesora para la marca Kombuchacha y miembro del Equipo de Colaboradores de Tea Institute Latinoamérica.

De china para el mundo

Es indiscutible que la cultura del té tiene un fuerte asidero en la idiosincrasia oriental. Sin embargo, si bien efectivamente esta infusión tuvo su origen en China, hace varios milenios atrás, hoy es producido en muchos países, formando parte importante de la actividad económica de decenas de naciones.


La Camellia Sinensis – la planta del té - es originaria del sudeste asiático, lugar donde comenzó a utilizarse por el ser humano hace cinco mil años. En este sentido, ha sido China el país que la introdujo en su cultura en primer lugar, siendo también en la actualidad el mayor productor de té del mundo.

Por ello, no es extraño que muchos miren hacia esta nación cuando se trata de aprender sobre té: su historia, su vocabulario, su conocimiento técnico. Sin embargo, a partir del siglo VIII el té comenzó a traspasar las fronteras de China para iniciar un viaje permanente de expansión alrededor del mundo, en el que cada Estado productor ha añadido valor a su cadena de elaboración.

Hoy en día, el té es producido en poco más de 60 países, muchos de los cuales han generado experticia técnica e innovación a su respecto. Basta mencionar el caso de Colombia, donde la marca Bitaco se apartó de la clasificación tradicional de las hojas de té para crear su propia terminología distintiva.

En este contexto, resulta muy interesante el trabajo de diversas organizaciones que desarrollan competencias globales con la finalidad de elegir tés destacables, pues dan lugar a un espacio de visualización para nuevos actores del rubro. Dentro de ellas se encuentra AVPA (Agencia Francesa para la Valorización de los Productos Agrícolas), que dirige un concurso anual para elegir los mejores tés del mundo. Este certamen es curioso, en primer lugar, porque es organizado en un país consumidor de té que no es productor a gran escala; y en segundo lugar porque se centra en encontrar un perfil organoléptico destacable más que en estandarizar criterios técnicos. El objetivo es demostrar al público que el té tiene un valor gastronómico genuino, y reconocer la labor de quienes lo producen, así como de los intermediarios que realizan un buen trabajo de selección.

Este concurso se desarrolla desde el año 2018 y evalúa dos instancias paralelas: “Tés Puros” e “Infusiones, Mezclas y Tés aromatizados”. Dentro de este primer grupo, compara tés dentro de categorías idénticas, para premiar a aquel que expresa de mejor forma las cualidades y carácter propios de su clase. Debe tratarse de tés trazables respecto de su origen, sin mezclar y sin saborizar. Es llamativo que dentro de las bases del concurso se indique que el jurado emitirá una opinión “representativa de la cultura y el gusto francés”. Dentro de los criterios de evaluación se pone especial foco en la claridad, secuencia y armonía de los sabores, todo lo cual puede ganarle a un té el apelativo de “gourmet”, concedido por un jurado especializado.

En noviembre de 2020 fueron anunciados los ganadores de la tercera versión de este concurso, siendo muy grato descubrir – además de los expertos productores de siempre, como China y Taiwán - algunos orígenes novedosos, que dan cuenta de la fascinante ola expansiva de la cultura del té, tanto desde una perspectiva gastronómica como desde una arista de desarrollo económico.

Así, entre los beneficiados con la distinción “gourmet” figura Colombia, con un té verde y uno blanco (“Green Emerald” y “Special White Tea”, respectivamente); Tailandia con un té blanco de la zona de Chiang Mai (“Silk Tea”); Hawái con un té blanco (“Hawaiian White Tea”); Indonesia con un té negro de West Java (“Crimson Beauty”); y Burundi con un té negro de la provincia de Mwaro (“D1”). Entre los medallistas, destacan la presea de oro de Italia con su té blanco de Piamonte (“Tè Bianco del Verbano”) y Malawi con una categoría intrincada: un té oscuro del área de Shire Highlands (“#518 Satemwa Dark”). En la categoría medalla de bronce tenemos a Nueva Zelanda con su té verde de Waikato y a Nepal con un té negro del distrito de Panchthar (“Kumari Gold”).

Como se puede apreciar, nuevos orígenes comienzan a destacar en el panorama mundial de esta infusión. Para quienes disfrutamos de contemplar los procesos culturales y la innovación, es realmente interesante observar cómo el té pasa de ser un producto commodity a un alimento gourmet, destacándose su cadena de valor y reconociéndose la labor de productores que a veces desafían el paradigma agrícola de sus países para introducir una nueva especie, con resultados sorprendentes.  Sin duda, en el futuro la cultura del té seguirá sorprendiéndonos y posicionándose con cada vez más firmeza dentro del rubro gastronómico.

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