La crisis sin fin


No hay peor crisis que aquella que se prolonga sin tener un borde, un horizonte, que pareciera no tener fin. Es lo que le viene ocurriendo a la industria del turismo desde el estallido de octubre de 2019, cuando de golpe se vieron suspendidos importantes eventos de relevancia internacional, y donde la violencia callejera afectó de forma importante a empresas del sector, como hoteles y restaurantes.

Luego sobrevino la pandemia en marzo de 2020. Sin tener mayor claridad del Coronavirus y sus alcances, ese mismo mes tuvimos que anunciar el cierre total de las actividades turísticas por orden de la autoridad hasta nuevo aviso. Nuestra proyección en ese momento era que el rubro podría retomar su funcionamiento, con cierta normalidad, a partir de septiembre de ese año.

Desde esa fecha han pasado 26 meses. Fuimos los primeros en cerrar y somos los últimos en recuperarnos, porque las restricciones que aún se mantienen para la llegada de turistas internacionales al país, impide que el sector se pueda reactivar. Es cierto que hay algunas actividades de nuestro rubro que han podido tener un funcionamiento más normal, como los restaurantes, pero todas aquellas empresas vinculadas al turismo receptivo siguen casi paralizadas, ante la escasísima venida de visitantes internacionales al país, considerando las trabas que se les impone para ingresar al territorio nacional, como la homologación de vacunas.

Ese desincentivo es tan evidente, que Fedetur proyectaba a comienzos de año, que para 2022 arribarían al país 1 millón 600 mil turistas extranjeros, pero a la fecha ya ajustamos esa cifra a 1 millón 100 mil, la que podría continuar bajando si no se termina con las medidas restrictivas de ingreso.

Si a eso sumamos los destinos que viven del turismo receptivo  y que son reconocidos a nivel mundial, como Isla de Pascua, pero que está cerrado a los visitantes hace más de dos años; u otros, como Magallanes, Aysén y San Pedro de Atacama, que básicamente subsisten hoy del turismo interno, el panorama resulta desolador.

La gran paradoja de todo esto es que a nivel regional somos el país con el mejor manejo sanitario de la pandemia, si uno observa especialmente datos científicos del comportamiento de la última cepa Omicron, considerando, además, el alto volumen de población inmunizada con su esquema de vacunación completa. Comparativamente, Chile es el país del subcontinente más seguro para visitar, pero al que menos turistas internacionales llegan por todas las restricciones existentes para ingresar.

La pregunta que le hemos hecho reiteradamente a las autoridades de este y el anterior gobierno es ¿por qué somos el único sector de la economía al que no se le permite comenzar aún su reactivación?, considerando que por las características geográficas de Chile, tenemos las mejores condiciones para ofrecer un turismo de naturaleza, al aire libre, con bajísimo riesgo de contagios y que desde el inicio de la pandemia cuenta con protocolos preventivos de alto estándar.

Todavía no tenemos respuesta a esa interrogante por parte de las autoridades. Como gremio seguiremos acudiendo a todas las instancias necesarias hasta lograr nuestro principal objetivo hoy: volver a funcionar con normalidad y poder ponernos de pie. Aún nos queda el desafío de recuperar 75 mil empleos, que son fundamentales, porque de ellos dependen miles de familias en Chile.

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Federación de Empresas de Turismo de Chile - Fedetur - Helen Kouyoumdjian - Opinion - Vicepresidenta Ejecutiva




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