Lo que los otros piensen de nosotros: ¿preocuparnos o no?


Los humanos somos homos sapiens, que significa el hombre que sabe que piensa y es que el acto de pensar es lo que nos diferencia de otras especies vivas y determina nuestra conciencia de existir, como lo resumen el filósofo René Descarte en su célebre frase “Cogito ergo sum “: Pienso luego Existo “.

Los pensamientos son   esa “vocecita interna” que nos acompaña constantemente durante nuestro estado de vigilia (cuando estamos despiertos) y que son producto de conexiones neuronales (sinapsis) de las neuronas (células fundamentales del cerebro humano). Aún la ciencia no conoce el mecanismo exacto por el cual se originan los pensamientos, pero si sabemos que responden a los   estímulos que filtramos   tanto del mundo externo que nos rodea como de nuestro interior.

Hoy la neurociencia ha demostrado que los pensamientos son energía que orientan nuestra atención y desencadenan emociones que condicionan la manifestación de conductas como respuesta adaptativa al mundo donde vivimos. Los seres humanos somos fuente emisora de estímulos para otros seres humanos y estos activarán pensamientos que dispararán emociones las cuales a su vez determinarán la conducta que expongamos frente a los otros.

Lo dicho anteriormente nos guía a la siguiente reflexión: las conductas que los otros manifiestan con respecto a nosotros dependerán de lo que estos piensen de nosotros, veamos un ejemplo: si yo pienso que Juan es una persona de no fiar es muy probable que prefiera no ser parte de su círculo de amigos o no le pida que me ayude en un momento determinado.

Esto nos lleva a declarar que, si es importante prestarle atención a lo que los otros piensen de nosotros, sin embargo, la cuestión fundamental es saber elegir quienes son los otros cuya manera de pensar sobre nosotros nos interesa, los llamaremos “los otros significativos “. Un indicador de elección de los otros significativos es, sin lugar a duda, el significado que puedan tener sus conductas manifestadas sobre nosotros, ya que este es el que va a determinar nuestro juicio de valor sobre su pensamiento, veamos un ejemplo para un escenario empresarial:

El cliente es quien elige nuestros productos y servicios por lo que de pensar que estos no son los que puedan satisfacerlo la conducta que manifestará será la de no prestarle atención en el mercado y no comprarlo, por lo tanto, se alejará de la empresa y esta conducta provoca una pérdida para la misma y para nosotros como trabajadores pues nos veremos afectados de una manera u otra, en este caso si nos interesa saber lo que el cliente piensa sobre nosotros (la empresa).

Por otro lado, si trabajamos en el departamento de atención al cliente y alguien ajeno a la empresa piensa que no tenemos   las competencias necesarias para desempeñar esa función, este pensamiento podría no llamarnos la atención pues no repercute en nuestro desempeño laboral, otro escenario sería si ese pensamiento viene de un cliente o de nuestros líderes, pues la conducta generada por ese pensamiento si tendría una repercusión en nosotros.

De acuerdo con esto tenemos tres grandes grupos:

1-Las personas que prestan atención a todo lo que los otros, en su gran mayoría, puedan pensar sobre ellos (todos están categorizados como otros significativos). Estas personas generalmente viven una vida determinada por el que dirán, no logran construir su propio estilo de vida pues lo condicionan al qué   dirán de los otros, por lo que pueden sentirse presionadas, indecisas, frustradas, estresadas e inseguras.

2-Las personas que no prestan atención a lo que los otros puedan pensar sobre ellos, (catalogan a los otros como insignificantes) y van actuando por la vida sin considerar el efecto de sus actos en los otros, son personas egoístas, con poca capacidad empática, se sienten superiores, diferentes e insuperables.

3-Las personas que les llama la atención solo lo que sus otros significativos puedan pensar de ellos. Estas personas son más equilibradas en su estilo de vida, se relacionan mejor con el resto de las personas, respetan las relaciones que puedan tener y sobre todo desarrollan capacidades empáticas que fortalecen los vínculos con aquellos a quienes considera importante en sus vidas.

Les pongo un ejemplo personal: después de haber pasado por un huracán en la zona donde vivo, estuvimos casi 6 días sin electricidad ni internet por lo que fue imposible poder comunicarme con “mis otros significativos” (familia, amigos) y me preocupaba lo que podrían estar pensando sobre mí y el estado emocional que esto podría causarles, por lo que en cuanto tuve la oportunidad de salir de casa y buscar un sitio con electricidad y señal de wifi, pude comunicarme con ellos.

Ahora bien, que pasa si lo que el otro significativo   piensa de nosotros no corresponde con lo que yo pienso de mí mismo, pues lo que sugiero es que ambos tipos de pensamientos discordantes se pongan sobre la mesa y entre ambos puedan llegar a un consenso para que esta diferencia afecte lo menos posible las conductas que manifiesten uno con respecto al otro.

Si hay algo que nos distingue a los seres humanos es que somos seres sociales y esta socialización en términos de relación es la que nos ha permitido llegar a ser lo que somos: la especie más   evolucionada en nuestro planeta. Tener la capacidad de   saber elegir quienes son los otros que conforman nuestro espacio relacional más importante nos ayudará a prestar atención a lo que estos   puedan llegar a pensar de nosotros y establecer patrones de conductas sanas, sólidas y duraderas.

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Conferencista internacional - Consultor - Director Consultora Hotelería de la Experiencia - Formador - Hotelería - Opinión - Osvaldo Torres




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