Con las manos atadas para trabajar
Desde el estallido social y el comienzo de la pandemia, la industria hotelera vive una profunda crisis. Hoy, con gran inquietud, vemos cómo el gobierno toma decisiones contradictorias. Por una parte, se nos piden que reactivemos la economía y, por otra, se nos ata las manos para trabajar.
Luego del anuncio de la autoridad de permitir los viajes interregionales, los hoteles confiábamos en que ese sería el primer paso de una lenta pero segura recuperación. Sin embargo, con sorpresa nos enteramos de que el fin de semana largo del 12 de octubre, el primero después del levantamiento de la cuarentena en la Región Metropolitana, los permisos interregionales no servirían para cruzar los cordones sanitarios. El esperado impulso a la hotelería no fue más que otra promesa incumplida.
El argumento de las autoridades del ministerio de Salud fue que el restablecimiento de los cordones sanitarios durante los fines de semana largo significaría un gran volumen de personas desplazadas y que esta restricción evitaría propagar los contagios.
Resulta inconsecuente limitar el desplazamiento de menos de un millón de personas a lugares abiertos (que es lo que hubiera sucedido el fin de semana del 12 de octubre), en contraposición con movilizar, con solo dos semanas de diferencia, a ocho millones de personas para participar en plebiscito del 25 de octubre en lugares cerrados y congestionados.
Cualquier medida que genere inseguridad e incertidumbre respecto a la continuidad operativa del negocio (como las medidas comentadas antes u otras), provocará en la industria que no se reabran los hoteles, puesto que hacerlo significa incurrir en una serie de gastos y es riesgoso abrir para tener que cerrar a poco andar. Si así ocurriera, podría ser el golpe de gracia que puede terminar con la industria.
El llamado a las autoridades es a que hagan un rayado de cancha que permita a los actores del turismo tomar decisiones bien informadas y con las certezas mínimas. La actual actitud del gobierno hace eso muy difícil.
Según las estimaciones del gobierno, el 95% del sector se encuentra paralizado desde el 20 de marzo. De los 600 mil empleos que genera el turismo, 300 mil han sido desvinculados y 120 mil acogidos a suspensión laboral. Un tremendo efecto económico para un rubro que representa el 3,4% del PIB Nacional.
Hoteleros de Chile se ha sumado a distintos gremios, empresarios, emprendedores y al diputado Sebastián Álvarez para constituir la Red Nacional de Rescate al Turismo. El objetivo es hacer un potente llamado al Gobierno a establecer políticas públicas de mediano y largo plazo que eviten la pérdida de miles de puestos laborales y el cierre de empresas en todo Chile.
A esta red se han sumado asociaciones gremiales de Tarapacá, Antofagasta, Atacama, Los Lagos, Los Ríos, Aysén y Magallanes. Además, ya cuenta con 16 voceros de regiones de Arica a Magallanes y delegados de Achet, Achiga, Fedetur y Hoteleros de Chile, que representan a más de 22.600 establecimientos turísticos de todo el país. La industria del turismo coincide en que las medidas implementadas en el “paso a paso” y la lenta apertura de restaurantes y hoteles, no son suficientes para una recuperación y ni para cubrir los gastos mínimos de operación.
La incertidumbre y falta de apoyo concreto van a matar a un sector considerado como la “industria de la felicidad” ya que genera inolvidables y gratas experiencias.
Que no quepan dudas: salvar al turismo es salvar la imagen de Chile.
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