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Marión Garín
Sommelier de Té y Tea Blender certificada por Tea Institute Latinoamérica y El Club del Té.
Con instrucción en la Ceremonia Japonesa del Té, otorgada por MOA Chile.
Asesora para la marca Kombuchacha y miembro del Equipo de Colaboradores de Tea Institute Latinoamérica.
Marión Garín
Sommelier de Té y Tea Blender certificada por Tea Institute Latinoamérica y El Club del Té.
Con instrucción en la Ceremonia Japonesa del Té, otorgada por MOA Chile.
Asesora para la marca Kombuchacha y miembro del Equipo de Colaboradores de Tea Institute Latinoamérica.
Efecto mariposa
En un mundo complejo e interconectado, incluso las pequeñas variaciones pueden generar consecuencias impensadas. Esto lleva a preguntarnos ¿qué repercusiones tendrá la pandemia en la industria del té?
El 05 de mayo pasado, la Tea Board de India - un organismo técnico estatal encargado de promover el desarrollo de la industria de té en el país- emitió un comunicado invitando a las fábricas nacionales a producir una edición especial y limitada de té cosechado específicamente durante la jornada del 21 de mayo – el Día Internacional del Té- y procesado al día siguiente. El resultado de esta producción será subastado durante junio próximo, en los diversos centros locales donde se transa el té. Se trata de una de varias actividades destinadas a promover esta industria, durante un tiempo extremadamente delicado para ella.
En efecto, una compleja situación se ha estado desarrollando en India producto del avance de la pandemia del Covid. Las noticias no son alentadoras, debido a la frágil estructura hospitalaria de la nación, que difícilmente da abasto para contener la emergencia.
Probablemente ya hemos leído noticias sobre compañías transnacionales que están teniendo problemas con el abastecimiento de sus insumos porque estos provienen de India. Y el suministro de té global no está ajeno a estos inconvenientes, pues este país es el segundo productor de té del mundo, con una industria que se encuentra concentrada principalmente en sectores rurales, los que precisamente son objeto de la preocupación de las autoridades debido a su mayor precariedad y aislamiento.
Según reporta la sección financiera del diario Times of India en un artículo reciente, ya en 2020 la producción nacional había disminuido en 44 millones de kilos respecto del año anterior, lo que representa un 18%. Para los expertos locales, la subsecuente contracción de las exportaciones se debe principalmente a los confinamientos obligatorios, a causa de los cuales los períodos de cosecha de las hojas de Camellia Sinensis se han visto retrasados, provocando la pérdida de oportunidad de recolección debido al tamaño excesivo de las mismas. Esto ha sido particularmente grave en el caso del famoso Darjeeling First Flush, cuya oportunidad de cosecha para este año se perdió irremediablemente.
Por otra parte, la prensa local ha destacado un preocupante aumento de casos del virus entre los trabajadores de las plantaciones de té de Assam, uno de los estados productores más importantes. Lo mismo sucede en Bengala Occidental, de donde provienen los famosos tés de Darjeeling. Los productores advierten que, de no controlarse estos brotes, podría arruinarse la próxima temporada de cosecha, lo que elevaría los precios del té. De hecho, actualmente, los intermediarios del rubro ya están en una carrera por asegurarse los suministros necesarios para lo que resta del año.
El Día Internacional del Té busca generar reflexión sobre la importancia de este cultivo como una herramienta para la superación de la pobreza, el empoderamiento de las mujeres como fuerza de trabajo y el uso sostenible de los ecosistemas terrestres. Y nada más aleccionador respecto de esta interconexión que observar cómo los problemas humanos y ambientales del mundo repercuten en la oferta y el precio del suministro disponible.
Es de esperar que finalmente India pueda aplacar los efectos de la pandemia en todo ámbito. Pero, de todas formas, ante este escenario no podemos evitar reflexionar sobre la profunda interdependencia que existe entre los países. Es más, incluso es posible observar cómo las naciones desarrolladas siempre se sustentan de alguna forma en las menos desarrolladas, pues muchas veces estas últimas son proveedoras de materias primas o derechamente de productos finales revendidos luego bajo marcas del llamado primer mundo. Así las cosas, en este escenario pandémico, la conclusión es clara: no basta con que un país asegure su propia vacunación o incluso cierre sus fronteras para sentirse a salvo. En este sentido, los flujos económicos mundiales nos revelan que la solución debe ser global y colaborativa, pues como dice el conocido refrán, la cadena siempre se cortará por el eslabón más débil.
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