Gastronomía para el desarrollado del turismo
Uno de los mayores incentivos que tienen distintos destinos del país como parte de su oferta para atraer visitantes durante la temporada alta de verano, son las fiestas costumbristas y festivales, donde la gastronomía tiene un papel central en estas actividades.
Primero, porque se trata de panoramas que generan alto interés en las personas, ya que siempre la comida es factor de reunión que aglutina y congrega. Segundo, porque cada zona muestra a través de sus preparaciones y productos, la identidad y costumbres propias, que la distinguen de otras zonas, diferenciación que incluso alcanza el ámbito cultural, ya que se enmarca en las tradiciones de cada localidad. Y tercero, porque en torno a las preparaciones culinarias se desarrollan verdaderos polos integrados, con otras actividades, que en su conjunto, constituyen un motor de desarrollo local.
En concreto, la gastronomía es un factor de impulso para el turismo, no sólo en temporada alta, sino que todo el año, como se puede observar, por ejemplo, en las zonas vitivinícolas del país, que unidas a la comida, crean verdaderos circuitos de enoturismo que pueden ser visitados en cualquier época, integrando a las comunidades que están emplazadas en relación con estas dos actividades.
El peso que está teniendo la gastronomía en el desarrollo del turismo nacional es cada vez más importante, tanto en las zonas urbanas como rurales, cuestión que debe tener una mayor valoración al momento de definir políticas públicas orientadas a fortalecer la actividad turística, de manera que se promueva el crecimiento y consolidación de este subsector, sobre todo en esta etapa, en la que nos estamos comenzando a recuperar de un período de crisis.
Otro aspecto relevante a considerar en este proceso es lograr que la oferta gastronómica a lo largo del país se siga ampliando, y que se continúen creando nuevos restaurantes o locales de comida que amplíen las alternativas para las personas, y de esa forma recuperar el escenario prepandemia que existía.
No es fácil impulsar un emprendimiento de estas características, y por lo mismo, hay que generar los incentivos y entregar las facilidades para que se puedan desarrollar, promoviendo la formalidad, en un escenario donde hoy prolifera la venta de comida informal, con los riesgos que eso conlleva tanto para la industria como los consumidores.
Chile dispone de una rica y nutrida variedad de productos en las diferentes zonas del territorio nacional, que hacen muy distintiva y atractiva la gastronomía local, sumado también a una oferta de comida internacional que entrega alternativas para todos los gustos y paladares. Ese es un factor diferenciador que debemos aprovechar para continuar consolidando el rubro gastronómico, y a su vez, el turismo.
Todavía tenemos bastante camino que avanzar y recorrer para ser competitivos en el plano gastronómico con otros países de la región, que también destacan por su oferta en este ámbito, como es Perú y Argentina. No obstante, Chile ha logrado construir un sello propio que se debe seguir profundizando y promocionando a nivel local e internacional. Es parte del desafío que tenemos.
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