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Marión Garín
Sommelier de Té y Tea Blender certificada por Tea Institute Latinoamérica y El Club del Té.
Con instrucción en la Ceremonia Japonesa del Té, otorgada por MOA Chile.
Asesora para la marca Kombuchacha y miembro del Equipo de Colaboradores de Tea Institute Latinoamérica.
Marión Garín
Sommelier de Té y Tea Blender certificada por Tea Institute Latinoamérica y El Club del Té.
Con instrucción en la Ceremonia Japonesa del Té, otorgada por MOA Chile.
Asesora para la marca Kombuchacha y miembro del Equipo de Colaboradores de Tea Institute Latinoamérica.
La infusión más consumida en el mundo
Aunque algunos señalan que el café es la segunda bebida más consumida en el mundo después del agua, lo cierto es que este título le corresponde al té. Tal es su importancia a nivel global, que incluso la ONU estableció un día internacional para su valorización. Se trata del próximo 21 de mayo
Según datos de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), la infusión de la Camellia Sinensis es la segunda bebida que más se consume en el mundo, siendo precedida por el agua. En cuanto al café, aunque es tan valioso como el té en cuanto a riqueza agrícola, cultural y sensorial, es este último el que lleva la delantera en materia de ingesta global.
La relevancia de este producto es tal, que existe un día dedicado a su consideración, el cual fue establecido por la Asamblea General de las Naciones Unidas, haciéndolo recaer en el 21 de mayo. El objetivo de esta fecha es fomentar la producción y consumo sostenibles del té, además de reconocer en él una herramienta que permite luchar contra el hambre y la pobreza.
En efecto, la industria del té es fundamental para la economía de muchos Estados. Uno de ellos es Sri Lanka, país de origen del clásico “Té de Ceilán”, y donde los trabajadores de dicho rubro suman más de un millón de personas (en relación con una población de 21.8 millones de habitantes). Por otra parte, la recolección del té suele ser una labor de fácil acceso para trabajadores de sectores rurales y desprotegidos, debido a que se considera un trabajo no calificado. Esto - al menos en teoría- debería contribuir al desarrollo de sectores alejados de las urbes, pero como contrapartida configura también un ámbito muy precario en cuanto a condiciones laborales.
Los primeros antecedentes de la efeméride en comento se remontan a las reuniones del Foro Social Mundial realizadas en 2004 (Bombay, India), y en 2005 (Porto Alegre, Brasil), donde organizaciones internacionales y sindicatos deliberaron sobre la necesidad de establecer un día alusivo al té como forma de reconocer su importancia para la subsistencia de los trabajadores de la industria. Así fue como se eligió el 15 de diciembre, respetándose por los países participantes del acuerdo durante varios años.
En 2019, China y el denominado Grupo de los 77, propusieron el cambio de fecha ante la Asamblea General de la ONU como una forma de universalizar la celebración, buscando su observancia global. Finalmente, el 19 de diciembre de 2019, la Asamblea General de la ONU estableció el 21 de mayo como el “Día Internacional del Té”.
Lo que se busca es llamar la atención de la opinión pública sobre la importancia del té para el desarrollo rural, así como la necesidad de mejorar su cadena de valor, a fin de contribuir a la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. También se reconoce su relevancia como el principal medio de sustento de millones de familias de países en desarrollo, además de ser una herramienta que contribuye a la lucha contra el hambre, la reducción de la pobreza extrema, el empoderamiento de las mujeres y el uso sostenible de los ecosistemas terrestres.
Con el establecimiento de esta efeméride, la ONU invita a todos los Estados miembros, a organizaciones internacionales y regionales, al empresariado y a la sociedad civil en general, a celebrar este día mediante actividades orientadas a crear conciencia sobre la importancia del té para el desarrollo rural y los medios de vida sostenibles.
En cuanto a nosotros, sin bien Chile no es un país productor de té (salvo una plantación perteneciente a la empresa Salus Floradix Chile en la novena región), sí somos el principal consumidor de Latinoamérica. Eso debiera al menos llevarnos a reflexionar sobre el origen del té que bebemos y, como clientes, a requerir información sobre trazabilidad a nuestros proveedores, de forma de poder ir despejando la nebulosa que muchas veces envuelve la cadena de valor de lo que adquirimos. Procuremos entonces que esta infusión no sólo nos proporcione bienestar individual como consumidores, sino que también constituya una contribución significativa a la calidad de vida de todos quienes se sustentan gracias a su producción.