Recuperación del sector gastronómico
La pandemia en Chile está lejos de quedar atrás. Si bien somos uno de los países que ha ido a la vanguardia mundial en los niveles de vacunación de la población para disminuir los contagios, todavía queda un buen trayecto que recorrer antes de poder controlar definitivamente el Coronavirus.
Este buen manejo sanitario ha hecho posible que se ponga término a muchas de las medidas restrictivas que ha implementado la autoridad desde marzo del año pasado, permitiendo mayores libertades de desplazamiento de las personas y un funcionamiento más normal de las distintas actividades.
El término del estado de excepción y del toque de queda ha sido un gran alivio para nuestra industria, ya que hemos podido recuperar en cierta medida la demanda, especialmente en el horario de cena, donde se puede atender en horarios más extendidos.
No obstante, la realidad actual de los restaurantes continúa siendo compleja, pese a que la prensa ha instalado una sensación ambiente de que el rubro se está reactivando. El que haya mayor movimiento y dinamismo de esta actividad no significa que los locales de comida están dejando atrás la crisis económica que viene soportando hace casi dos años, ya que si bien pueden recibir y atender a más público, la recuperación tendrá un rezago importante.
Estar 17 meses prácticamente paralizados y sin ingresos, ha dejado un forado financiero a casi la totalidad de las empresas gastronómicas que lograron sobrevivir en este período, donde no sólo vienen con deudas de arrastre en muchos casos, sino que ahora, parte de los ingresos que están recibiendo, los deben destinar a pagar las ayudas económicas que ha otorgado el estado durante la pandemia.
Por lo mismo, tener restaurantes con público no es sinónimo de recuperación. Al contrario, estamos en una etapa incipiente, como parte de un proceso que durará un buen tiempo hasta poder disponer de condiciones similares a las que tenían muchos locales antes de la pandemia y el estallido.
El primer desafío para recuperarnos de verdad pasa por tener continuidad de funcionamiento en el tiempo, de manera que no tengamos que interrumpir nuestra operación, ya sea por la pandemia o por hechos de violencia callejera que se siguen registrando en el país.
Sin una apertura continua y prolongada no hay recuperación posible que se pueda concretar; al contrario, si por indicadores sanitarios o por situaciones de vandalismo tenemos que volver a cerrar, muchos restaurantes estarán condenados al cierre.
Para evitar esto, como industria hemos trabajado de forma conjunta y ardua para garantizar un funcionamiento seguro desde el punto de vista sanitaria, evitando que se registren focos de contagio en los locales de comida, con medidas y protocolos de alto estándar que reforzamos de manera permanente.
El segundo factor, la seguridad pública, depende de que el Estado tenga la capacidad de garantizar que podemos funcionar sin riesgo de que nuestros locales sean vandalizados, ya que en esa esfera, sólo el gobierno de turno tiene la potestad y los medios para controlar el orden público.
Estamos confiados que en un plazo prudente podremos comenzar nuestra verdadera reactivación, tanto para enfrentar los compromisos económicos adquiridos durante la pandemia, así como solventar los gastos operacionales de los locales y tener utilidades.
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