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Marión Garín
Sommelier de Té y Tea Blender certificada por Tea Institute Latinoamérica y El Club del Té.
Con instrucción en la Ceremonia Japonesa del Té, otorgada por MOA Chile.
Asesora para la marca Kombuchacha y miembro del Equipo de Colaboradores de Tea Institute Latinoamérica.
Marión Garín
Sommelier de Té y Tea Blender certificada por Tea Institute Latinoamérica y El Club del Té.
Con instrucción en la Ceremonia Japonesa del Té, otorgada por MOA Chile.
Asesora para la marca Kombuchacha y miembro del Equipo de Colaboradores de Tea Institute Latinoamérica.
Té para el más allá
¿Es el té una simple bebida o pudiera ser que tiene un dimensión mucho más compleja, encontrándose profundamente ligado a momentos trascendentales de la experiencia humana?
Recuerdo aquella época en que Halloween era una tímida tendencia adoptada por unos pocos en nuestro país. Sin embargo, hoy en día ya es una festividad local más, y se ha vuelto una buena excusa para compartir en familia o con amigos, disfrazarse y dialogar en forma lúdica con aquel ámbito que nos es tan esquivo y misterioso, el de “la vida después de la vida”.
Sea que se compartan o no los fundamentos de esta celebración, se vuelve inevitable reflexionar sobre la muerte en este período que abarca entre el 31 de octubre y el 2 de noviembre y que se conoce como “Allhallowtide” o Tiempo de Todos los Santos y que está destinado a conmemorar a aquellos que ya han partido de este mundo y, en general, a considerar lo que hay más allá de nuestra existencia física.
En ese contexto, me he preguntado por la conexión que existe en la cultura popular entre el té y la vida en el más allá. Y, por supuesto, una vez más China es la fuente de mi material de análisis. No es de extrañar, pues fue esta nación la pionera en el consumo de la infusión de la Camellia Sinensis, teniendo a su favor una tradición de 5.000 años.
Y es que el té ha sido parte no sólo de la vida de los habitantes de este país, sino que también de su muerte. Así, en el pasado ha llegado a integrar el ajuar funerario, aquel conjunto de bienes que los difuntos debían llevar con ellos en su viaje a la eternidad, conforme a las creencias populares. Excavaciones arqueológicas lo han demostrado con creces. En el año 2009 investigadores chinos del Instituto de Arqueología de la provincia de Shaanxi descubrieron restos de hojas de té junto con utensilios para su preparación en la tumba de Lu Dalin (1044-1091), un hombre considerado como el primer arqueólogo chino al ser el primer erudito en piezas de bronce e inscripciones antiguas y cuyo sepulcro recibió a miembros de su familia entre los años 1074 y 1111.
Algunos años antes, investigadores del mismo instituto habían descubierto hojas de té en el mausoleo Yang Ling, correspondiente al emperador Jing (188 a.C.-141 a.C.), sexto emperador de la Dinastía Han Occidental. Pero fue recién en 2016 cuando se determinó que las hojas tenían 2.100 años de edad, siendo hoy en día las hojas de té más antiguas del mundo según el Libro Guinness De Récords.
La adición del té al ajuar funerario podría explicarse por la idea de que el difunto debía poder disfrutarlo en su próxima vida o bien por la creencia extendida en varias provincias chinas de que debía beberlo para mantener su mente despejada, y evitar así ser engañado por espíritus del inframundo que buscaran hacerle olvidar su vida pasada o incluso torturarlo.
Fuera de lo anterior, el té también forma parte en la actualidad de rituales fúnebres donde se rinde homenaje a los ancestros. Esto pareciera ser fruto de la influencia conjunta del Confucianismo y el Taoísmo, que resaltan la devoción familiar como un medio de asegurar la buena fortuna mediante el cumplimiento de los deberes hacia los antepasados, quienes como retribución brindan asistencia espiritual a los descendientes que los honran. Por tal razón, las familias contemplan actos de reconocimiento ancestral a través de altares dispuestos con fotografías, flores, alimentos y, por supuesto, té.
A través de las situaciones descritas, que por supuesto representan una pequeña muestra de un escenario mucho más amplio y variado, no deja de resultarme curioso ver cómo las personas han elevado esta infusión a la categoría de bien esencial, representativo de lucidez, gratitud y respeto a la vez, y tan útil en el más allá como lo es en la vida terrenal. No puede obviarse el hecho de que el té es finalmente mucho más que una bebida, sino un verdadero concepto cultural que pareciera concentrar en sí mismo los puntos álgidos de la experiencia humana. Como podemos ver, ya sea en oriente u occidente, la muerte es un tema que nos conflictúa e intriga de igual manera, en la universalidad de nuestras efímeras vivencias en este mundo.
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