Terminar con la homologación de las vacunas es esencial para la reactivación


Chile es el país en Latinoamérica que más ha avanzado en el proceso de vacunación en contra del Covid-19 y es un modelo internacional por su buen manejo de la pandemia. Además, nuestros paisajes y el turismo aventura son los principales atractivos para el visitante extranjero; es decir, se visitan lugares abiertos y con una distancia social natural.

¿Por qué entonces no se aprovechan estas condiciones y la autoridad escucha a la industria turística al momento de definir las medidas de apertura de fronteras y la homologación de vacunas?

La homologación es engorrosa y confusa. Toda persona que quiera venir al país, debe validar sus vacunas a través de un portal. Si bien la autoridad ha dicho que en promedio el trámite se demora 16 días, en todas las áreas del turismo tenemos datos que apuntan a una tardanza de hasta dos meses e incluso, hay casos donde se piden antecedentes extras y el trámite puede tardar aún más. Eso hace que los turistas opten por lugares donde existen más facilidades. No hay ningún país en el mundo que exija esa homologación.

Según información de prensa, debido a esta exigencia los visitantes extranjeros caerían en 87% y se perderían US$1.200 millones en divisas.

¡Nos estamos haciendo un autogol!

Si queremos que el turismo nacional se recupere y volvamos a los niveles históricos de llegadas de pasajeros, es urgente flexibilizar los trámites de entrada a Chile.

Desde que partió la pandemia, no solo el sector ha perdido 140.000 empleos, sino que, además, Chile ha dejado de percibir US$4.700 millones en divisas provenientes de los extranjeros que llegan al país. Solo en la temporada alta de 2017, en el peak de la llegada de foráneos, el turismo receptivo aportó US$1.792 millones; en la temporada alta de 2020- 2021, ese dato fue de US$56 millones.

Y las proyecciones están lejos de los niveles pre crisis. Según cifras de Fedetur, este año la temporada alta generó un ingreso de divisas por US$100 millones, prácticamente el doble del ejercicio anterior, pero lejos de los US$1.300 millones de un año normal: una pérdida entonces de US$1.200 millones.

Hoteleros de Chile le ha explicado lo dañino de estas medidas a las autoridades de los ministerios de Economía y Salud, pero no hemos obtenido respuestas concretas. Lamentablemente, ya estamos habituados a esta indiferencia y falta de empatía: le solicitamos al gobierno extender el pago de patentes y contribuciones, y solo se aplazó una cuota del pago de este último. Todos los hoteles solicitaron créditos Fogape, pero solo el 37% lo recibió. La banca, en tanto, estuvo cerrada para nosotros.

Para el rubro hotelero, de hecho, la libertad para salir ha sido un doble golpe. El año pasado, al menos teníamos el turismo doméstico para suplir en algo la no llegada de extranjeros, ahora todos quieren viajar, por lo que también perdimos eso.

Hoy ya damos por perdida esta nueva temporada estival, sobre todo ante la incertidumbre que está provocando la variante Omicrón a nivel mundial. Si el año pasado, Fedetur esperaba una recuperación del turismo hacia mayo de 2022, la proyección actualizada apunta ahora a diciembre de 2023.

El Estado debe tener un rol más activo en ayuda a quienes no pueden operar. Hay mucha gente cesante, y un sin número de empresas de todos los tamaños a punto de quebrar. La situación es sumamente crítica, las acciones gubernamentales tienen que contemplar medidas de apoyo a las industrias afectadas, que ya no tienen capacidad de enfrentar nuevos cierres e imposibilidades de operación.

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Alberto Pirola - Hotelería - Hoteleros de Chile - Opinión - Presidente Hoteleros de Chile




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