Turismo: panorama poco auspicioso
Al parecer, las malas noticias para la industria turística no terminan: ahora no solo debemos enfrentar los devastadores efectos de las restricciones sanitarias, que desincentivan y dificultan la entrada de turistas extranjeros, sino que también avizoramos una profundización en el alza sostenida de precios por el que –tal como otros sectores- hemos atravesado, producto de los embates de la inflación. Por qué, sin considerar aún el impacto que tendrá la invasión de Rusia a Ucrania y la consecuente alza del barril del petróleo, que roza los US$$ 120 el barril y puede, según los expertos, continuar en esta escalada de incremento en su costo, lo que –sabemos- impacta tantos otros sectores que también son proveedores de nuestro sector.
Primero, producto de la pandemia, los hoteles debieron reducir fuertemente sus tarifas, llegando a valores extraordinarios, derivados de la coyuntura, de entre 30% y 40% sobre sus precios normales. Ello, a pesar de que hemos ido viendo cómo mes a mes han aumentado los precios de insumos y servicios, sobre todo, de alimentos y bebidas, porque -de hecho-, en los últimos dos años, los costos se han elevado en más de 20%. Si sumamos que se prevén alzas en los precios del trigo y maíz, commodities de los cuales Ucrania es uno de los principales productores a nivel mundial. Con todo, el panorama –conflicto bélico y sus consecuencias económicas mediante- no se ve muy auspicioso.
Si bien este verano lugares como Puerto Varas, Viña del Mar, La Serena y Chiloé han registrado una alta ocupación de turistas nacionales, quienes por el contexto de la pandemia privilegiaron recorrer el territorio nacional y beneficiarse de la disminución en las tarifas y las promociones especiales, la llegada de turistas extranjeros ha sido muy baja y este aspecto no es menor si se considera que son precisamente estos visitantes quienes dejan sus divisas en nuestro país y contribuyen a generar las ganancias para la industria, en especial, durante la temporada alta, lo que ayuda a la sostenibilidad del negocio para el resto del año.
Hoy, los viajeros internacionales tienen que sortear excesivas trabas para entrar a Chile. Por ejemplo, hay demoras de hasta tres o cuatro horas en la toma del PCR en el aeropuerto, pese a que los turistas ya se han hecho uno dentro de las 24 horas previas al embarque. ¡Hemos hablado con los médicos y eso es realmente ridículo!
Las restricciones deberían ser las mismas tanto para el extranjero que viene como turista, como para el que llega a trabajar a Chile. Sin embargo, paradójicamente, no dejamos ingresar a los extranjeros que tienen todas las vacunas y certificados, pero sí entran por el norte del país hasta seiscientos inmigrantes diarios, los que no solo no están vacunados, –y dadas sus circunstancias- claramente no están comprometidos con una mentalidad del autocuidado, no usan mascarillas y, obviamente, no se han hecho un PCR.
Esta situación se la intentamos exponer a las autoridades del gobierno saliente, sin que ni siquiera hayamos sido recibidos. Esperamos que el gobierno del Presidente Gabriel Boric, acoja nuestros planteamientos y podamos trabajar de manera conjunta en el restablecimiento y vuelta a la normalidad de nuestro sector, que se ha sostenido y aún sostiene mayoritariamente sobre el pilar del trabajo de pymes y de familias dedicadas a la actividad turística, quienes además de la generación de empleo en el sector, contribuyen noblemente desde su labor en la construcción de la imagen-país, en dar a conocer nuestra idiosincrasia, los extraordinarios paisajes y cultura chilenos.
Ya por qué llevamos dos años y medio en este escenario, por lo que cabe preguntarse: ¿por qué la autoridad no ha considerado la opinión de los afectados por las medidas sanitarias?, ¿no les interesa la sobrevivencia de un sector que produce 650.000 empleos, de los cuales más de 190.000 todavía no se han podido recuperar?
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