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Marión Garín
Sommelier de Té y Tea Blender certificada por Tea Institute Latinoamérica y El Club del Té.
Con instrucción en la Ceremonia Japonesa del Té, otorgada por MOA Chile.
Asesora para la marca Kombuchacha y miembro del Equipo de Colaboradores de Tea Institute Latinoamérica.
Marión Garín
Sommelier de Té y Tea Blender certificada por Tea Institute Latinoamérica y El Club del Té.
Con instrucción en la Ceremonia Japonesa del Té, otorgada por MOA Chile.
Asesora para la marca Kombuchacha y miembro del Equipo de Colaboradores de Tea Institute Latinoamérica.
Un té sin igual
En las suaves y espléndidas llanuras del río Brahmaputra, al noreste de India, se cosecha un té realmente excepcional. Demos un breve vistazo a la emblemática zona de Assam, uno de los orígenes más famosos del mundo.
“En gustos no hay nada escrito”, dice la conocida frase. Lo mismo sucede en materia de tés. Hay quienes gustan del purismo en su máxima expresión y se deleitan en preparar la infusión sin ningún tipo de añadiduras, incluidos los edulcorantes. Por otra parte, están quienes optan por el clásico toque de limón, o bien la compañía de diferentes elementos tales como la canela, el cedrón o la hierbaluisa. Y están también aquellos que deciden combinarlo con leche.
De todas maneras, está claro que cada aficionado es libre de elegir lo que más convenga a su paladar. Pero es difícil soslayar el encanto que posee la última forma de preparación mencionada. En este sentido, si bien pudiera parecer que la opción del tipo de té es irrelevante, hay algunas sugerencias que pueden contribuir a un mejor resultado a la hora de preparar una cálida taza de té con leche. Debido a su densidad y dulzura natural, la leche suele ir bien con ejemplares de gran cuerpo y notas maltosas o especiadas. Y, si bien es cierto que hay muchas opciones en el mercado que pueden tener un buen desempeño, hay un origen que produce tés perfectos para esta armonía. Se trata de Assam, en India.
Assam es un estado que se encuentra en el noreste del país y que se cuenta entre las zonas más lluviosas del mundo, con un rango pluvial por año que va entre los 2600 y los 3200 milímetros. Se caracteriza por producir más de la mitad del té indio, siendo el negro su tipología principal.
La historia del té en India es relativamente reciente y está, como en muchos otros casos, ligada a un pasado colonial. Fue en el año 1823 cuando el aventurero escocés Robert Bruce pavimentó el camino para el descubrimiento de plantas de Camellia Sinensis autóctonas en esta zona del mundo, al observar que miembros de la tribu local Singpho (o Jingpo) bebían una infusión desconocida que, sin embargo, le resultó familiar. Lamentablemente, el destino no le permitió confirmar sus sospechas, porque falleció al año siguiente dejando su investigación inconclusa. No obstante, su hermano Charles continuó con su trabajo y fue así como envió muestras de hojas de la misteriosa planta a diversas entidades para su identificación, entre ellas el jardín botánico de Calcuta. Fruto de sus gestiones se determinó que si bien los ejemplares estaban emparentados con la Camellia Sinensis var Sinensis que los ingleses habían conocido gracias al intercambio económico con China, correspondían en realidad a una nueva variedad de la planta del té, la cual con el tiempo sería llamada Camellia Sinensis var Assamica.
El descubrimiento fue particularmente relevante porque demostró a los británicos que no era necesario depender exclusivamente del té procedente de China, vínculo que se les hizo particularmente gravoso a partir de la década de 1830, en el período de las guerras del opio, que interrumpió el comercio regular entre ambas naciones. Por lo demás, fue el hito que dio origen al desarrollo de una industria tealera propiamente británica, lo cual permitió al imperio asegurar el abastecimiento que necesitaba gracias a esta planta que se adaptaba mucho mejor al suelo indio que la variedad china. En efecto, a contar de este momento, los ingleses se empecinaron en cultivar té de forma industrial. Así, finalmente, en el año 1839 comenzó oficialmente la producción de té en suelo indio con el nacimiento de la Assam Tea Company.
Se cumplen en 2023, por lo tanto, doscientos años desde el hito inicial de la historia del té en India, y el nacimiento de una industria que hasta el día de hoy es crucial para la economía del país. Tal como se puede apreciar, su relevancia se fundamenta en variados aspectos, pero sin duda pareciera que el más relevante es el hecho de haber roto un paradigma sobre el monopolio geográfico de la Camellia Sinensis, dando paso a la experimentación occidental a gran escala fuera de las fronteras de China.
En particular, el té negro de esta región se caracteriza por su gran cuerpo y astringencia, así como por sus notas maltosas y especiadas, razón por la que resulta la compañía perfecta para la leche, desde una perspectiva sensorial. Es además reconocido por su gran concentración de cafeína, por lo cual existe un dicho en el país que indica que “no has despertado por completo si no has bebido té de Assam”.
Hoy en día, el té ortodoxo de este origen se encuentra protegido por Indicación Geográfica desde el año 2007. Por otra parte, el nombre Assam deriva de la palabra “asama”, que significa “sin igual” en el ya extinto dialecto de los Ahom, la tribu que gobernó dicha tierra entre el siglo XIII y el establecimiento de los ingleses a fines del siglo XVIII. Desde esta perspectiva, hace pleno sentido que hoy en día esta zona produzca un té que comparte el mismo calificativo: un té sin igual, para despertar al mundo.
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