Hotel Mari Mari, Natural Reserve Experience
Bosque sureño y costa del Pacífico en exclusiva
• Creado para disfrutar privadamente de un destino con miles de hectáreas de vegetación, río y mar, este lugar de inspiración lafkenche, visión conservacionista y hotelería de alta gama se presenta en esencia como un eco resort de lujo y, mejor todavía, como un complejo de aventura
• Elegido por selectivos grupos de huéspedes, entre sus cualidades figura poner en valor la zona costera de la Región de Los Lagos con un modelo orientado a exigente público, principalmente extranjeros, aun cuando la apuesta también se abre a visitas nacionales con programas especialmente diseñados para ese segmento
Dentro de una reserva natural cubierta en gran parte por bosque nativo y colindante con el mar, Mari Mari luce en la zona de Los Muermos, a 89 km de Puerto Montt, como un destino donde acotado número de huéspedes dispone de tranquilidad y, sobre todo, de exclusividad para gozar más de cuatro mil hectáreas colindantes con más de 20 km de costa.
Bajo la frase Natural Reserve Experience, se define como un complejo aventura donde la invitación es disfrutar la naturaleza, ya sea a través de las privilegiadas vistas que ofrecen sus instalaciones o con diversas actividades, en gran parte, inspiradas en los ciclos de la luna y el mar, siguiendo mucho de la cosmovisión mapuche.
El lugar cuenta con más 50 km de senderos interpretativos para trekking, también los hay para bicicletas y cabalgatas. Si se trata de disfrutar en el mar, existe posibilidad, por ejemplo, de buceo con snorkel en playas de aguas con buena visibilidad y también jornadas de avistamiento de ballenas, delfines, pingüinos y aves pelágicas, entre otras especies. En río, la aventura brinda oportunidades como la práctica de pesca con mosca y la navegación en kayak.
Inaugurado en diciembre de 2018, el resort surgió al advertir que la región costera de esta parte del país no se había valorado turísticamente en todo su potencial. “Casi todos los productos hoteleros de alta gama que hay en Chile estaban en sectores de interior, de lagos o montañas, o en clásicos destinos chilenos conocidos internacionalmente, como San Pedro de Atacama”, comenta Manuel Reyes, gerente general del complejo, a cargo del proyecto desde el inicio e, incluso, previo a la compra del inmueble. El ejecutivo, que suma más de dos décadas en el manejo de hoteles y destinos de lujo, trabaja con un equipo que viene de una escuela de turismo de conservación: “Nos formamos un poco bajo el alero de Douglas Tompkins. Muchos de los que estamos en Mari Mari trabajamos con él en distintas áreas: gestión, paisajismo, construcción… Entendemos que el turismo es la principal herramienta de conservación”, dice.
El inversionista detrás de esta apuesta es un desarrollador inmobiliario residente en Boston. “Una persona con mucha altura de mira y con el capital económico suficiente para permitir la generación de un producto como este, donde la rentabilidad no se busca sólo en lo económico o en el flujo de caja inmediata, sino que proyectando esto para los siguientes cien años”, explica el gerente general de Mari Mari.
Al rescatar áreas algo menos conocidas se favorece la conservación de puntos altamente concurridos, dañados de algún modo por el exceso de visitas. “Permite descentralizar y poner en valor sectores donde hay otras culturas que hacen que los lugares tengan un significado importante, como ocurre en este caso con la cultura lefkenche”, complementa Manuel Reyes, refiriéndose a lo hecho a través de Mari Mari en un territorio que, según la apreciación de los gestores de este complejo, estaba algo olvidado aun teniendo todos los elementos para ser un destino apreciado internacionalmente: “Por lo general, le damos la espalda al mar, y nosotros hacemos todo lo contrario”.
Vale mencionar que los 25 km de costa que están dentro de la reserva corresponden a un territorio que Mari Mari se encarga de cuidar, compromiso medioambiental que está presente, por ejemplo, en programas de educación y jornadas de limpieza de playa, labor conjunta con marcas como Karün, dedicada a la recolección de plásticos. “Es parte del mensaje de la mueva hotelería que queremos transmitir, una hotelería responsable, con altura de miras, que pone en valor a las personas y lo que la gente hace, eso por sobre las cosas”, concluye al respecto Manuel Reyes.
Alta hotelería como base
Las instalaciones de Mari Mari se orientan hacia el océano y están a menos de 30 m del mar, asegurando con ello impresionantes vistas y experiencias. Desde el Club House, es posible observar la bahía donde en determinadas épocas nadan delfines y ballenas. Al caer la noche, se puede disfrutar de un estimulante baño bajo las estrellas.
La reserva de estadía puede hacerse en villas privadas o en una Master Residence. En total, la capacidad del recinto es de 38 pasajeros, máximo de personas que pueden gozar al mismo tiempo de las 4 mil hectáreas de la reserva. El gerente del hotel enfatiza que ahí está la principal diferenciación y definición del proyecto: “El uso exclusivo de instalaciones y de un entorno privilegiado para muy poca gente. Es por esta razón que Mari Mari ha recibido a dos jefes de Estado, hemos tenidos reyes, jeques árabes, público que ha ocupado el hotel completo porque entiende y busca esta cualidad de aislamiento, exclusividad y privacidad”.
La estadía por persona en Mari Mari es de US$1.290 por noche, todo incluido. Es la única tarifa y el all inclusive incluye desde el traslado aeropuerto-hotel; 20 minutos en helicóptero privado o viaje por tierra en vehículos de alta gama.
Resulta necesario mencionar que, si bien Mari Mari se define como un complejo aventura, más que hotel boutique o de lujo, en rigor, resulta indudable que sus instalaciones pertenecen a una categoría de alta hotelería, nivel que asumen como punto de partida para toda la propuesta, entre otras razones, por el segmento de huéspedes al que apuntan. Así las cosas, aquí el pasajero se encuentra con delicados detalles, por ejemplo, ropa de cama creada por Cabo de Hornos. “Andrés Donoso, dueño de esta firma, diseñó la línea de Mari Mari absolutamente desde cero con una propuesta exclusiva. Pero nuestra apuesta no está en destacar los hilos o el origen de los algodones, sino el descanso que ofrecemos dentro del marco aventurero, la importancia del sueño como ciclo”, explica Manuel Reyes.
El descanso y desconexión también se encuentran en el Lodge&Spa de la Reserva Natural Mari Mari. Está sobre la playa principal colindante y en su primera planta tiene comedor con vistas al mar, salas de descanso, bar, piscina exterior y zona de parrilla al aire libre. En el segundo piso se encuentra el área de wellnes y spa, con variedad de servicios y tratamientos que buscan revitalizar y relajar, son terapias faciales y corporales que van desde exfoliaciones a masajes; asimismo, hay disponibles clases de yoga y meditación.
Pensando en actividades corporativas, Mari Mari brinda un servicio personalizado y a cargo de un gerente de eventos; a la vez, el gerente general supervisa planes de viaje y está disponible para gestionar la solicitud. Las instalaciones ofrecen modernas salas de reunión y de conferencia, business center zonas de descanso y uso del lodge, bar interior o exterior, comedor, spa y las áreas verdes de la reserva para explorar. Como complemento, considera servicio de seguridad corporativa y organización de vuelos privados.
Ambiente y cocina nativos
Conservando la estructura arquitectónica original del proyecto que funcionaba en el lugar con antelación a Mari Mari, en los diferentes espacios se aprecia el valor que se ha querido dar a la madera, por ejemplo, en mobiliario y vigas, todo esto gracias a una mueblería propia que, incluso, cuenta con cámara de secado.
En decoración interior –labor en la que destaca uso de numerosos textiles locales–, gran parte de la gestión fue realizada por Manuel Reyes, apoyado por algunas asesorías y siempre intentando rescatar el oficio de artesanos en madera, así como el de carpinteros que trabajaron para Douglas Tompkins haciendo la señalética y tareas exteriores en senderos y miradores de Parque Pumalín.
“La estética, en definitiva, combina lo que existía –porque quisimos ponerlo en valor, ya que era de muy alta calidad–, con ciertos toques, pero simples, minimalistas, de tonos neutros, trabajando con muchos grises y blancos, materiales nobles y duraderos, mucha fotografía en blanco y negro, inspirada en el modelo de Pumalín y Parque Patagonia, tratando finalmente que la belleza esté afuera”, explica el gerente general del hotel.
La gastronomía también conecta con la naturaleza y lo hace con una línea culinaria que resalta sabores regionales, procurando uso de productos orgánicos. Sobresale la influencia lafkenche, cuya cultura alimentaria se lleva a la alta cocina internacional valorando preparaciones y productos locales como luche, cochayuyo, apio y espárrago de mar, piure, erizo y loco, todos estos, obtenidos en la costa junto a la reserva. También lucen murta, chupones, calafate, chaura, avellanas, maqui y frutilla de mar, entre otros frutos silvestres.
La invitación es a disfrutar en el lodge o en la residencia reservada, incluso al aire libre, ya sea en el bosque o junto a la playa mientras se cocina ahí mismo para los pasajeros.
El desayuno puede incluir miel de ulmo, huevos de corral, pan casero y queso local, aprovechando la rica tradición lechera de la región. Para el resto del día, por lo general, hay dos menús que se crean según las preferencias de los huéspedes y siempre renovando los platos, de manera que durante la estadía los huéspedes no repiten experiencia, según procura Daniela Flores, chef ejecutiva de Mari Mari. La profesional, que está desde la apertura, se formó en Inacap de Osorno e integra una comunidad indígena de Puerto Octay. Afirma trabajar buscando consentir a sus comensales y se presenta como kamachka huilliche, persona que en el pueblo mapuche se encarga de alimentar en ceremonias y también en la vida diaria. Comenta que recolecta información ancestral y que al preparar sus platos sigue la filosofía huilliche lafkenche, poniendo especial intención en brindar salud: “Mis productos son los del mar, mi trabajo es sanar con el mar y sus historias”. Añade que, entendiendo la cocina como un camino saludable para el cuerpo y el espíritu, buscó rodearse de mujeres –seis de las siete personas que conforman su equipo son cocineras–, ya que según la tradición son ellas las que hacen lewen (remedio o medicina) inspiradas por su instinto maternal, teniendo o no hijos.
Por otro lado, cada plato de la chef evoca recetas ancestrales y familiares, como su merluza con costra de avellanas tostadas acompañada de guiso de luche y papa. Son recetas con un relato, detalle que se aprecia en Carne mechada con pisku de trigo mote y haba, representando el We Tripantu (año nuevo mapuche) por el consumo de semillas, símbolo de renovación, agradecimiento a la tierra y de fortaleza para el espíritu. Otro caso es Mariscos al arriero, esto es, cocinados en caldo de res y con ello, evocando lo que debían hacer los antiguos lafkenches cuando practicaban trueque de carne y hacían la cocción del producto junto con lo recolectado del mar antes de que se descompusiera.
Resulta relevante mencionar que la cocina de Mari Mari está muy ligada a su huerta, extenso campo de cultivo donde cosechan gran parte de los alimentos que se consumen en el hotel. Todas las tareas se hacen según enseñanzas ancestrales considerando, por ejemplo, el ciclo de la luna; asimismo, usan semillas propias o recolectadas por ellos mismos, además de abonos naturales, ya sean fermentados, compost o cochayuyo.
En la reserva también crían vacas, corderos y gallinas; para obtener recursos del mar, trabajan con pescadores de sindicatos aledaños que les entregan productos tres veces por semana: centollas, abalones y bacalao, entre otros.
En cuanto a su carta de vinos, cuentan con una selección nacional de elevado nivel, favoreciéndose con la asesoría de Héctor Riquelme como sommelier. Figura también el trabajo con vinos orgánicos y biodinámicos, relacionando los ciclos del mar y la luna, labor en la que tienen apoyo del enólogo Álvaro Espinoza.
Preparados para el nuevo escenario
Mari Mari tiene un equipo formando por poco más de 60 trabajadores y casi la totalidad del grupo ha estado viviendo en el hotel durante el periodo de emergencia sanitaria, haciendo labores en los huertos y limpiando senderos, entre otras tareas que les permiten estar preparados para recibir pasajeros en cuanto sea posible abrir.
“Durante los 18 meses que llevamos funcionando, estamos posicionados como uno de los hoteles líderes de la industria, con un nivel de ocupación y reserva muy alto. A pesar de la pandemia, ya estamos con muchas solicitudes a penas podamos abrir, reservas con fechas pendientes”, asegura el gerente general del hotel. Agrega que advirtieron de manera muy temprana la tendencia hotelera que va hacia la demanda de lugares remotos y por ello desarrollaron un programa donde, desde el momento en que el hotel se pueda abrir, se ofrece el complejo completo por un mínimo de 21 días: “Así vamos a operar hasta el 15 de diciembre, fecha en la que retomamos la hotelería tradicional porque ya tenemos muchas reservas a partir de esa fecha (…) Son grupos familiares grandes, de Estados Unidos principalmente”. Se trata, además, de gente que tras conocer destinos relevantes de Chile, como la Patagonia, en esta oportunidad busca conocer uno que no esté dentro de los habituales o más concurridos.
Con especial preocupación por recibir a clientes chilenos, para ciertas fechas, Mari Mari da vigencia a una tarifa nacional que bordea $260.000 por persona, también all inclusive y con los mismos servicios creados para el valor internacional. Se trata de un producto que esperan siga teniendo buena recepción, pues ya ha sido tomado, por ejemplo, para retiros corporativos y eventos de marcas.
Hotel Mari Mari, Natural Reserve Experience
- Hacienda Parga s/n, Los Muermos, Región de Los Lagos.
- Instagram: @hotelmarimarichile
- Facebook: @hotelmarimari
- Web: www.hotelmarimari.com
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