Hotel Puerto Viejo Llico
Una pausa en contacto con la naturaleza
El concepto que desarrolla este lugar podría resumirse en una invitación, la de disfrutar en una playa extensa, sencilla, de campo, en Llico. Se presenta como destino ideal para la desconexión frente al mar, una propuesta que es parte de un proyecto familiar e incluye el hospedaje en habitaciones con vistas al Pacífico, también el disfrute de la acogida y el sabor local, todo en un ambiente cuyo diseño interior es capaz de hablar de paisaje y también de historia
Un hotel boutique de playa donde descansar cómodamente, gracias a instalaciones cómplices del entorno y a un servicio tan personalizado como acogedor. Eso es Puerto Viejo, según lo describe María Paz Toral, gerente de marketing de este hotel situado en Llico, caleta localizada en la desembocadura del río del mismo nombre, cerca del lago Vichuquén, en la Región del Maule.
Desde su apertura, en septiembre de 2016, aquí se trabaja el concepto integrando una apuesta gastronómica en la que se busca plasmar los recursos naturales y la biodiversidad de esta parte de la costa chilena, utilizando productos locales, rescatando antiguas recetas y respetando la estacionalidad de los ingredientes.
La historia de Puerto Viejo comienza a fines de 2011, cuando sus propietarios, la familia Toral Cardemil, concretaron la compra del terreno donde está emplazado. María Paz Toral lo describe como un lugar único: “Y además tenemos una larga relación familiar de veraneos en Llico y en el Lago Vichuquén (…) La idea de crear Puerto Viejo surgió luego de descartar diversos proyectos y rememorando momentos de la infancia en un antiguo hotel que estuvo ubicado en el mismo lugar. Además, siempre habíamos pensado que faltaba en el pueblo de Llico un hotel para disfrutar de la sencillez de esta pequeña caleta, de la vida pausada y del contacto con la naturaleza”.
Destaca que están en una punta con imponente vista sobre el océano Pacífico y los bosques protegidos por CONAF, de esta forma, regala un entorno de armonía entre mar y árboles, vecino del Parque Nacional Laguna Torca y del lago Vichuquén, una zona perfecta para la práctica de deportes como surf, windsurf y kitesurf, también para iniciar la visita a los valles de Colchagua y del Maule.
Desde el punto de vista arquitectónico, la idea central que se aprecia en Puerto Viejo es el respeto por el entorno. Prima la motivación por destacar la majestuosidad del paisaje natural con una mínima intervención. “Por esto se construyó en madera, inspirándose en las formas del antiguo muelle de Llico y se utilizó una paleta de colores acorde con en el lugar (…) La oficina de arquitectos Balmaceda y Gálvez respetó fielmente el objetivo, logrando espacios luminosos y acogedores que se enfrentan al mar con vistas insuperables sobre este”, detalla la gerente de marketing.
La premisa de respeto por el entorno se repite en el diseño, un trabajo realizado en su totalidad por la diseñadora de ambientes Josefa Toral, quien se inspiró en una paleta de colores naturales y se preocupó por trabajar los espacios y objetos con materiales de la zona. Desde el hotel destacan que cada uno de los objetos que conforman la decoración fue diseñado por esta profesional y elaborado por artesanas de Vichuquén y alrededores, utilizando fibras, madera o greda.
El paisajismo lleva la firma de otra mujer, se trata de Pelusa Cardemil, quien en conjunto con la paisajista Carmen Valenzuela, escogió como motivo especies endémicas, elemento gracias al que se logró una atractiva fusión con el ecosistema en el que habita Puerto Viejo.
Resalta, asimismo, la preocupación por la sustentabilidad y cuidado del ecosistema. Con esa finalidad, el hotel concretó una labor en torno a sistemas de reutilización del agua para el riego y ahorro energético en todos los procesos del recinto, incluido su restaurante, las amenidades y sus detergentes biodegradables, además de acciones de reciclaje en una buena parte de los desechos. A aquello se suma que casi la totalidad de mano de obra de construcción del hotel provino de gente de Llico y, hoy en día, otro gran porcentaje del equipo humano de Puerto Viejo son llicanos, según lo resalta María Paz Toral.
“Por esto se construyó en madera, inspirándose en las formas del antiguo muelle de Llico y se utilizó una paleta de colores acorde con en el lugar”
Vale mencionar que, recientemente, Puerto Viejo obtuvo el distintivo de sustentabilidad Sello S que otorga SERNATUR “Estamos muy orgullosos de esto, puesto que el cuidado del medio ambiente es un trabajo diario y que ha estado presente desde la construcción del hotel hasta la operatividad cotidiana. Nuestro compromiso no es tan sólo con el aspecto medioambiental, sino que también en lo económico y sociocultural que permite sostener en el tiempo una operatividad amigable y respetuosa con el entorno”, comenta la gerente de marketing.
Todo lo anterior es parte de tomar los factores naturaleza y destino como claves del concepto. María Paz Toral precisa al respecto que lo que les impulsa a desarrollar este hotel y restaurante en la playa de Llico es la valorización del territorio en el que concretan sus actividades: “Nos basamos en los recursos naturales que podemos encontrar en el entorno para desarrollar la arquitectura, el contenido de la carta y el diseño interior de nuestro proyecto.
Estamos rodeados de historia, como lo es el antiguo muelle ideado por el presidente (José Manuel) Balmaceda, a fines del 1800. De este vestigio histórico es que tomamos nuestro nombre y por lo mismo es que no puede faltar la quinua y la sal de mar en nuestra mesa, ambos productos que se comercializaban en esta caleta y que son característicos del secano costero, como el mote y el trigo. Tanto esta riqueza histórica como natural es lo que le da un gran valor al destino y a su vez es lo que nosotros intentamos rescatar y difundir a diario en hotel Puerto Viejo”.
ESPACIOS DE DESCONEXIÓN
En el imaginario de comodidad y descanso que desarrolla esta propuesta hotelera destaca la apuesta por un servicio muy bien enfocado. “Buscamos ser cálidos y acogedores con nuestros huéspedes y clientes, para generar una experiencia placentera. Nuestro equipo, por ejemplo, se capacita permanentemente para estar informado acerca del origen de los productos”, describe María Paz Toral.
Los huéspedes de Puerto Viejo –en cerca del 90%– son pasajeros nacionales, de todas las edades y gustos, predominantemente provenientes de Santiago y de la Región del Maule. En su mayoría, según advierten desde el hotel, son personas que tienen en común la búsqueda de desconexión, quieren una salida de la rutina, encontrar un escape de la ruta y gozar de la gastronomía local.
A su disposición, como servicio exclusivo, tienen cancha de tenis de pasto sintético y un spa conformado por piscina climatizada y techada con vista plena sobre el mar, dos salas de masajes terapéuticos, dos hot tub, un hidromasaje, peluquería y sauna.
En el segundo piso del hotel, se encuentra una sala de estar y un salón para reuniones equipado para recibir a 20 personas. La misma planta alberga las diez habitaciones con las que cuenta Puerto Viejo. Todas se lucen con vistas al mar, ocho de ellas son matrimoniales o dobles y dos pueden ser usadas como habitaciones triples. En su mayoría tienen balcón, un pequeño patio interior, aire acondicionado, calefacción, frigobar y caja fuerte.
En el afán de crecer, actualmente, están trabajando en la construcción de Casas de Mar Puerto Viejo; proyectan inaugurar a mediados de este año como complemento de la oferta hotelera y con la intención de entregar una experiencia nueva, más enfocada en familias y deportistas.
EL SABOR DE PUERTO VIEJO
En la primera planta del hotel, el restaurante Puerto Viejo invita a disfrutar, principalmente, con los sabores de la zona. En su cocina tienen lugar especial los productos del mar y del secano costero, la carta se trabaja en base a insumos locales y de estación, como pueden ser hongos del bosque, quinua y pejerreyes. Todo es parte de la conexión con lo local que da carácter a esta propuesta hotelera y ha derivado en un aporte y revalorización para la zona, según lo resalta la gerente de marketing. Siguiendo esta línea de trabajo, figura el vínculo con proveedores que están a menos de 100 km de distancia, en su gran mayoría, pequeños productores. Algo similar ocurre con la carta de vinos, donde hay una cuidada selección de vinos, sobresaliendo etiquetas de los valles del Maule y de Colchagua.
“Buscamos ser cálidos y acogedores con nuestros huéspedes y clientes, para generar una experiencia placentera. Nuestro equipo, por ejemplo, se capacita permanentemente para estar informado acerca del origen de los productos”
“El chef que formó nuestra carta fue Francisco Celis, quien nos acompañó durante dos años. Luego seguimos de la mano con el que era su sous chef, Fabián Barrera, un joven curicano con mucho talento y manejo de equipo”, comenta María Paz Toral, añadiendo que, en la actualidad, están, precisamente, en búsqueda de un nuevo cocinero, un profesional que lidere el proyecto gastronómico ya asentado.
Durante el desayuno, lucen los ingredientes típicos del campo chileno: huevos, mermelada de mora, pan recién hecho, quesos y mantequilla producidos por una pequeña fábrica local, también frutas de estación, palta y bollería del día. Para beber, hay café de grano recién hecho, infusiones y té. A todo lo anterior, se puede sumar una exquisita granola de producción propia.
La invitación es a deleitar la primera comida del día en la habitación o en el restaurante, un espacio donde se disfrutan almuerzos y cenas, con capacidad para sesenta comensales en su salón interior y treinta en el área de la terraza.
Algunos de los platos más destacados son Causeo de orilla, una fresca preparación con cochayuyo, ulte y luga, todas algas de la caleta. También sobresale la Pesca del día acompañada de quinua o mote, preparación que varía según la estación; en verano se suelen elegir elementos como la albahaca, pepino y palta, mientras que en el invierno se realiza una variación con hongos de pino, aceitunas y perejil. Y un imperdible de esta cocina es Pejerreyes Puerto Viejo, crocante preparación que destaca como un clásico de la caleta de Llico y cuyo secreto está en el batido que prepara el equipo de cocina del restaurante.
En la cocina de Puerto Viejo se trabaja con ingredientes de la costa de Llico y del secano costero. También se procura rescatar y revalorizar técnicas y recetas tradicionales de la zona
“Siempre hemos tratado de rescatar las técnicas y procesos gastronómicos tradicionales de nuestra zona, tanto en la cocina fría, como caliente y dulce, las que destacan e identifican la cultura costera. Por ejemplo, la gama de sabores que utilizamos es en gran parte producción local como pescados y mariscos, los hongos de pino que se recolectan en los cerros luego de las lluvias, la quinua y el mote, entre otros. De esta forma nos basamos en recetas tradicionales y técnicas con historia para reflejarlas en la afinidad de cada uno de los platos de nuestra carta”, destaca María Paz Toral. Asimismo, con la intención de conservar las propiedades de los productos, suelen utilizar el cook and chill, cocinando y enfriando rápidamente algunos preelaborados para conservar las propiedades y características de los productos y, con ello, elevar la experiencia de sabor en los comensales y pasajeros que llegan a Puerto Viejo.
Hotel Puerto Viejo Llico
- Ignacio Carrera Pinto s/n, Llico, Vichuquén, Maule
- Teléfono: +56 944418038 - +56 75 2546301
- Instagram: @hotelpuertoviejollico
- Facebook: @hotelpuertoviejollico
- Contacto: contacto@puertoviejollico.cl
- Web: www.puertoviejollico.cl
- Etiquetas: Experiencia - Hotel - Hotel Boutique - Maule - Naturaleza - Puerto Viejo - Turismo