CAFÉ DE COSTA RICA
Las frías tardes de invierno en la capital fueron la excusa perfecta para compartir las notas frutales, cítricas y florales que se obtienen de un buen café. La cita, a propósito de la visita de representantes de empresas cafeteras costarricenses y entidades promotoras del producto de ese país, fue apoyada por la Embajada de Costa Rica, junto a otras actividades que los centroamericanos organizaron para estrechar lazos con el canal Horeca local
LA RICA CULTURA CAFETERA QUE LOS COSTARRICENSES han ido cultivado a lo largo del tiempo se refleja en datos concretos, por ejemplo en su consumo anual de 4.3 kilos de café per cápita. También en su historia: en sus tierras, la producción del grano no se inició ni desarrolló en enormes plantaciones como en otras zonas de América Latina, apareció ligada a pequeñas unidades campesinas, lo que según algunas opiniones ha dado lugar a una sociedad menos desigual respecto del resto de países centroamericanos.
El café es tan importante en la cultura y economía costarricense que, a nivel local, lo llaman “grano de oro”. Es uno de sus productos de exportación más emblemáticos, y uno de los que les permitió insertarse en distintos mercados. “El café en nuestro país tiene una gran trayectoria, y un buen posicionamiento internacional gracias a la calidad de cada grano. Por esta razón nos complace abrirnos camino en un mercado tan importante y competitivo como Chile. Esperamos que, así como nosotros disfrutamos de la altísima calidad del vino chileno, en Chile empiecen a degustar uno de los mejores cafés del mundo, el de Costa Rica”, señala Álvaro Piedra, director de exportaciones de la Promotora del Comercio Exterior de Costa Rica (PROCOMER).
En ese contexto, y con la invitación de disfrutar un café de cualidades excepcionales, una comitiva comercial de cuatro empresas cafetaleras, organizada por PROCOMER y el Instituto del Café de Costa Rica (ICAFÉ), desarrolló en Chile, entre otras actividades, una cata exclusiva de café costarricense con la presencia del embajador Manuel Rojas Bolaños, quien expresó el deseo de su pueblo para que cada vez más chilenos y chilenas tengan también la oportunidad de comprobar la excelencia del producto: “Que sea una experiencia que vivan cotidianamente, que las demandas de la vida moderna, particularmente en esta agitada ciudad, no cierren la oportunidad de tomarse un buen café, un café de Costa Rica, un café con dos siglos de tradición”.
Mario Arroyo, gerente de promoción, divulgación y proyectos de ICAFÉ, junto al barista y especialista en la bebida Pablo Araya, fueron los encargados de presentar una muestra con tres variedades, todas de alta graduación. Potenciadas por un maridaje meticulosamente preparado, cada una se escogió como ejemplo de calidad del grano costarricense, producido en su inmensa mayoría en pequeñas fincas, siendo las más grandes, áreas de cinco mil hectáreas aproximadamente.
Luego de procesos como black honey, procurando mantener el mucílago – capa que cubre el grano y concentra la mayor cantidad de azúcares –, se potencian sabores surgiendo cafés de delicado dulzor. Así lo explicaron los expertos para introducir la degustación de un café cultivado en el valle occidental de Costa Rica, a 1.650 metros sobre el nivel del mar, en una finca manejada por una mujer, cuyo control y constancia serían el secreto de su éxito. Ni agrio ni astringente, los catadores lo describieron como gentil al paladar, como pocas veces se logra disfrutar en esta bebida.
Del café de Costa Rica también pueden surgir delicadas notas cítricas. Otra vez de tierras occidentales, un café bourbon producido en una exclusiva cosecha de cinco sacos sometido a proceso de lavado – que no deja mucílago mediante fermentación controlada – fue ejemplo de aquello, y el segundo café de la cata. Evocó aromas y sabores de cáscara de lima, una sensación sedosa que se aconseja maridar con sabores cítricos, como postres de naranja con ralladura de limón.
Los aromas florales de la variedad geisha estuvieron presentes en la tercera taza, incluyendo notas de papaya y manzana. Un café elegante, a juicio de los catadores, cuyo grano se cultivó a 2.500 metros sobre el nivel del mar, siendo sometido posteriormente a un proceso honey o miel, donde se le deja el mucílago, obteniendo un dulzor que se marida bien con sabores frutales, como manzana, membrillo o mango.
LA HISTORIA NOS UNE
Las primeras semillas de la caficultura costarricense fueron de la especie Coffea Arabica, variedad Typica, que llegaron a principios del siglo XVIII provenientes de las Antillas. Desde entonces, Costa Rica fue forjando una floreciente industria del café, en tanto otras naciones de la región sólo lograron establecerse en mercados cafetaleros internacionales hasta la segunda mitad del siglo XIX. La explicación es que, a lo largo de su historia, las autoridades costarricenses han tomado una serie de medidas orientadas a impulsar la actividad cafetalera. Por ejemplo, en 1821 la Municipalidad de San José distribuyó semillas y plantas de café gratuitamente entre los vecinos; en 1825 el Gobierno eximió al café del pago del diezmo; y en 1831, la Asamblea Nacional decretó que cualquiera que cultivara café por cinco años en tierra baldía, podría reclamarla como suya.
Al tiempo que crecían las primeras plantas se incrementó el interés en el cultivo, y en 1820 se hizo la primera exportación: dos quintales de café a Panamá. La comercialización se fue desarrollando a partir de 1932, cuando se hizo la primera exportación a Chile. Desde nuestro país se reembarcó a Londres por muchos años, y sólo en 1943 se abrió el comercio directo con los puertos ingleses. La exportación de café a Estados Unidos, en tanto, comenzó en 1860. Inicialmente la cantidad no excedía el 25% del total del café exportado.
En la actualidad, el 85% de la producción de café costarricense se vende al extranjero, lo que en 2016 significó US$306.5 millones, situando al grano como séptimo ítem de exportación. El 52% exportable es para Estados Unidos, y el 23% para Europa. Aunque probablemente no en esas proporciones, la apuesta de los cafetaleros costarricenses es que la relación con nuestro país crezca.
GRANDES EXPECTATIVAS
Según datos del año pasado, Chile es el socio comercial número 27 para Costa Rica. Desde este país llegan US$34.4 millones en productos, como jarabes y concentrados para bebidas gaseadas, artículos de plástico para el envasado, frutos sin cocer congelados, piñas, y preparaciones para la industria de bebidas.
La intención puntual de PROCOMER e ICAFÉ, es que el café integre y escale puestos en esa lista, por eso, buscando promover la oferta de café de Costa Rica, tanto verde como tostado, la misión comercial que visitó Chile también estuvo integrada por las empresas Coopronaranjo R.L., Coopetarrazú R.L., Coopevictoria R.L., y Distribuidora de Café Montaña S.A., cuyos representantes conocieron las condiciones de acceso y comercialización del producto en nuestro país, contemplando factores como precios de competidores, hábitos de compra y consumo de la bebida entre los chilenos. Asimismo, el viaje fue la instancia para generar contacto con potenciales compradores y distribuidores, también para recorrer las principales cafeterías de Santiago, y desarrollar un programa de catas con importadores y actores clave del mercado para enseñarles a degustar el café costarricense.
Según los empresarios extranjeros, existe un escenario llano para afianzar relaciones. “Nuestras expectativas son grandes, ya que tenemos un excelente café y los chilenos son gente que sabe apreciar la calidad”, asegura Sergio Alfaro, jefe de Beneficio de Coopevictoria. Alexander Monge, a su vez, quien es gerente general de Coopronaranjo, dice que en Chile buscan posicionarse en un mercado creciente: “Lo hacemos ofreciendo lo mejor de nuestra zona, representado en una taza de café, generando negocios importantes y rentables para nuestros clientes, con el compromiso de que nuestro producto es fabricado respetando el medioambiente, y bajo las más estrictas normas de higiene y calidad”.
CALIDAD Y CAFÉ SUSTENTABLE
El interés por intensificar el nexo con Chile tiene relación, además, con una importante evolución del público que se ve en la cantidad de cafeterías locales, el mayor gusto por la bebida, y la intención de aprender: “El chileno ha comenzado a tomar conciencia de que es mejor privilegiar la calidad del café”, indica Mario Arroyo.
La excelencia del grano costarricense no es antojadiza. Hoy, cuando su parque cafetalero consta de 84.133 hectáreas, hay 42.327 productores, el número de exportadores es de 74 y los tostadores son 72. El Estado a su vez, que sigue apoyando la industria cafetalera con leyes que garantizan el pago justo para el productor, protege su bienestar. “Eso es desarrollo en equidad y sustentabilidad, y permite la permanencia en la industria”, explica Arroyo. Esta propuesta de valor se certifica con el Sello de Café Sostenible, que rige desde 2002, entregado por el Ministerio de Agricultura y Ganadería de Costa Rica.
La invitación de los costarricenses implica, entonces, unirse a una industria con esos estándares, y tras una semana con distintas actividades, el balance resultó positivo. “Creemos que mediante el trabajo conjunto de ICAFÉ y PROCOMER, con el apoyo de la Embajada de Costa Rica en Chile y una serie de actores relacionados con la cadena comercial, pudimos unir a los tres elementos más importantes: exportadores, importadores y consumidor final”, concluyó Javier Castillo, director comercial para el Cono Sur de PROCOMER.
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