DIEZ SELECCIONADOS conforman el grupo de jóvenes que llegó hasta Lima para la semifinal latinoamericana. A las 6 de la mañana en la sede de Le Cordon Bleu, en Lima, se reunieron para empezar a preparar el plato que mostrarían a un respetado jurado compuesto por tres chefs de nuestra región: Harry Sasson, de Colombia; Rafael Osterling, de Perú; Rodolfo Di Santis, Brasil. Se enfrentan un representante de Venezuela y una de Bolivia. Perú y Brasil con tres cada uno, y Chile, por primera vez en esta etapa, dos: Cristian Hatte, del restaurante Quitral, y Elizabeth Puquio – peruana – del Ambrosía.

Para llegar al concurso mundial con que S.Pellegrino – la famosa agua italiana, ligada a la buena gastronomía – potencia a jóvenes cocineros, estos debieron postular por Internet con la foto de un plato, el mensaje de la creación, la receta y su curriculum. ¿Requerimientos? Estar trabajando en un restaurante, tener menos de 30 años y saber inglés. Más de 3.000 jóvenes de todas partes se atrevieron. Sólo 210 quedaron seleccionados – por la escuela de cocina italiana ALMA –, divididos en 21 regiones. De cada una sale un ganador directo a la gran final de Milán, en junio de 2018.

El premio es notoriedad, viajes, grandes restaurantes, aprendizajes invaluables de la mano de S.Pellegrino. Razones de sobra para envalentonarse y apostar. Algo que Giorgia Concato, Business Developer Latin America & Caribbean de la marca, destaca como un gran cambio en la región, aumentando la participación de los jóvenes cocineros, algo que no había sido muy masivo (sobre todo de Chile) en las dos versiones anteriores.

Verlos nerviosos fue sólo el comienzo. Preocupados, se encerraron en la cocina de la escuela francesa. Mientras el jurado comentaba la oportunidad que esta semifinal significaba. “Esto los hace crecer. Se dan cuenta que no son los únicos, salen de sus casas y de sus rutinas. Viajan, ven otros productos, comen en grandes restaurantes. Eso es una ventaja en su formación. Y es algo que tienen que aprovechar”, señaló Harry Sasson antes de comenzar.

Por sorteo sacaron lugares. Fue una entretenida secuencia de visiones, orígenes, personalidades, sabores y manos.  A eso de las dos de la tarde, todos se habían presentado. Sólo quedaba saber el resultado de la premiación.

APLAUSOS PARA ELIZABETH DE CHILE

En el restaurante El Mercado, de Rafael Osterling, la gente empezaba a llegar y brindar. S. Pellegrino en gloria, haciendo una gala con bellos gestos emocionales, como la llamada del ganador latino 2017. Los chicos nerviosos y los familiares peor. Los jueces presentes, micrófonos encendidos, y el nombre de Elizabeth Puquio de sopetón. Aplausos, lágrimas en su cara y emoción por todas partes.

Su plato “Pescado de la costa”, favorito de muchos, había conquistado al jurado por su claridad, belleza, técnica, mensaje y sabor. Un filete de caballa marinada sobre bernesa de tinta de calamar, quenelle de palta con cilantro, falso caviar de dashi, gel de limón, salicornias, oxalis carnosa. Todo muy limpio y estético. Francamente rico. Un plato que además comunicaba “la costa de Chile, el país donde vivo hace más de tres años. Mostrando algo del mar y el entorno. Un plato creado especialmente para este concurso. También usando caballa, que aquí no se valora, pero que he comido de pequeña en Lima. Así que también es una forma de promover su consumo”, explicó Elizabeth, antes de ser acosada y volver a Ambrosía, el restaurante donde se siente contenta y en constante aprendizaje.

Ahora viene la final. Competirá con cocineros de todo el mundo. Llegará de la mano de su mentor Rafael Osterling, con el que se reunirá en varias ocasiones para afinar el mismo plato ganador. Ella confía y se prepara para dar lo mejor representando a Sudamérica.