Chupilca del Diablo
Endemoniados o seguro que bebieron algo que les dio ese poder para subir tan rápido el Morro, decían de los soldados chilenos, quienes entre los años 1879 y 1883 se enfrentaron con sus vecinos, Perú y Bolivia, en la Guerra del Pacífico.
Sorprendidos por la velocidad con la que los chilenos tomaron el Morro de Arica, ese peñón de 100 metros frente al mar, símbolo de la ciudad, comenzaron a elucubrar acerca de dónde obtenían la fuerza y rapidez esos los soldados. Es así que recibieron el apodo de “los endiablados” por sus enemigos, como relata Jorge Inostroza en el libro “Adiós al Séptimo de Línea”. Esta capacidad de los chilenos fue atribuida a un brebaje que se decía era consumida por ellos: La Chupilca del Diablo.
Cuentan que esta bebida estaría preparada en base a aguardiente mezclada con pólvora negra y que su consumo habría producido en los soldados un estado de trance, que explica la fuerza y velocidad que alcanzaron, aunque la chupilca original es la mezcla de harina tostada y chicha. Más de alguno de ellos debió envalentonarse con un sorbo de aguardiente y quién sabe si osó ponerle pólvora, pensando que le daría propiedades “explosivas”, sin embargo, sabemos que esta historia no pasa de lo anecdótico porque, por muy aficionados que hayan sido estos hombres al aguardiente, hoy sabemos que su mezcla con pólvora es tóxica y en caso de ser consumida, muy dañina para la salud humana e incluso, mortal.
Así es que, si le ofrecen una Chupilca del Diablo, asegúrese que no tenga pólvora.
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