Historias Sabrosas
Dulces Vacaciones
Verano, playa, descanso y a lo lejos una voz que se va acercando y nos dice: “¡¡¡Cuchuflí, barquillo, maní tostado, maní confitado, pan de huevo!!” Podría apostar a que todos leímos esta frase con la entonación propia de los vendedores, haciendo eco de recuerdos y tardes de vacaciones en que los niños juntaban todas las monedas para sumar y poder comprar una palmera, sustancias o una manzana confitada en esas tardes donde el mayor tesoro era probar alguno de estos dulces.
Esta variedad de delicias dulces de las cuales es difícil encontrar la receta documentada, requieren dominar un oficio que no muchas personas conocen. Así nos lo cuenta don Américo, quien abastece todos los puestos de la avenida Perú, en Viña del Mar, que aprendió escabulléndose en el taller de antiguos dulceros de la región que miraban con recelo cómo este niño empezaba a dominar la factura de manzanas y maní confitado, paragüitas y otras delicias gracias a la observación de sus maestros y repetición de lo aprendido. Lo que es innegable es que cada uno de estos dulces nos traen añoranzas y recuerdos. Recuerdos de paseos al centro de la ciudad, invitaciones al circo, tardes en la playa, paradas en un viaje, visitas al zoológico, paseos familiares, etc. Oportunidades en que, como algo especial, comprábamos estos dulces a un vendedor ambulante o en un buquecito manicero. Que la emoción de escuchar a los vendedores este verano nos recuerde el trabajo artesanal y el valor de las tradiciones mientras disfrutamos de los dulces de siempre.
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